21 de Septiembre del 2020
Querido diario:
Lacan y Freud, mis recien adoptados perrialiens, un hermoso y maravilloso detalle de mi dulce argento cabron (sí, sus detalles me cautivan). Debo decir que muero de ternura con ellos, sus ojos grandes y redondos me matan.
Vivo extasiada, es delicioso toparte con alguien que realmente pone dedicación en mostrarte lo que siente por ti y no teme hacerlo. Sobretodo eso, no le preocupa el riesgo que conlleva, o el qué dirán, o el mostrarse a modo total conmigo. Se ha tomado tiempo de estudiarme, de aprender sobre mí, y no duda, ni tantito, en dejarme ver todo lo que le provoco.
Bueno, es mutuo el sentimiento. Él me motiva a conocer cada detalle que lo forman, me inspira cada letra, cada pensamiento (en su mayoría uufffff, cargadísimos de sexo y perversión). Y me encanta hacérselo saber. Compartimos tanto: gustos, manías, fantasias, tanto... Él es de esas personas que pocas, poquísimas, veces te topas en la vida. Me mantiene flotando constantemente, fantaseando, imaginando. Es como un maravilloso sueño profundo, del cual no deseo despertar. Sólo anhelo entregarme a mis instintos más primitivos y que sean las pulsiones quienes me guien. Saciar mi absoluto deseo y liberar esa energía contenida por el compás de su deseo, de mi deseo y juntos elevarnos hasta el placer extremo. Si, que sea ahí nuestro hogar, que pleno disfrutemos de nuestras mas perversas fantasías y de los momentos más dulces, vivir al extremo y disfrutarnos, el uno del otro, como en un poema de Benedetti, como en un pasaje de Sade, como nosotros.
Así sea. Con amor, Jess.
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