21 de Marzo del 2021
Querido diario:
No todo en la vida es desmadre, alboroto y demás. A veces es necesario frenar un poco y bajar el ritmo, tomar aire. Meditar quizá sobre nuestras acciones y dar paso a la calma. Yo normalmente soy un desmadre -eso lo sabemos-, no paro, tengo que estar haciendo mil y un cosas a la vez o siento que no hago nada. Aun estando en reposo mi mente está a mil por hora, pos así soy. Y es curioso que pese a mi aceleración no me siento estresada, hasta disfruto cada cosa que hago o haré. Soy inquieta por naturaleza.
Ayer decidí ser más formal, más mesurada y prudente en mi actuar, claro que lo logre, porque descubrí que soy multifacética. Hoy ser un caos total, mañana ser más metódica, pasado despilfarrada y así, según me sienta. Y ayer me sentí con ganas de frenar un poco, detenerme y visualizar el panorama.
Mi argento me invito a tomar café a uno de esos sitios con bonita terraza, de una vista impresionante de la ciudad, él me miraba atento, saboreando el momento y cada parte de mí, de pronto sonreía en complicidad al cruzar sus ojos con mis ojos y sujetaba con ternura mis manos.
Caminamos un rato por la plaza y bailamos bajo la luz de la luna al compas de un violinista que tocaba por ahí. Terminamos en cama, relajados, satisfechos, con la pasión desbordando de a poco, con esa misma intensidad que lo hacemos cada vez, me llego al alma y me arranco suspiros y dormí, dormí plácidamente sobre su pecho, entre sus brazos, suspirando y temblando aún por ese mágico y excitante encuentro de nuestros cuerpos desnudos.
Jess.
No hay comentarios:
Publicar un comentario