2 de Octubre del 2020
Querido diario:
Anoche no pude dormir, mis sueños, que habían sido tiernos últimamente, se tornaron pesadilla (o eso creo!!). Fue perturbador sí, mi cara ensangrentada, mi cuerpo desnudo, sentí frio y sed. Percibí ese olor a muerte, pero no sentí miedo. ¿Puede una pesadilla serlo sin ocasionar terror?
Me vi, ahí, en ese espeluznante espacio, parecía que se había llevado a cabo un ritual macabro o bien que apenas se llevaría. No lo sé, pero me vi ahí, sola con ese cráneo en mis manos, me sentí atraía por el, seducida, excitada. Está mal sentirse excitada por la mera connotación de la muerte? Por su cercanía? Por ese dulce y frío beso mortal?
Dios!! Querido diario, cada día estoy peor (de la cabeza); pero jamás me había sentido tan bien, tan liberada. Quizá es eso, el ser consciente de un final lo que hace tan atractivos los placeres de la vida, del alma, y sobretodo del cuerpo. Quizá coquetear tan de cerca con la muerte (aunque sea en el inconsciente), me da ese impulso mayor para disfrutar. Porque sí, querido diario, mi pesadilla me dio tanto placer que desperté agitada, excitada, con ganas urgentes de llamarlo y suplicarle calmase mi deseo de sentirlo dentro de mí, embistiendo con pasión, de tal modo que me lleve a la gloria, así, como sólo él lo sabe hacer.
Con amor, Jess.
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